El texto original de la carta de Tartini, escrito en 
                italiano, fue conocido ya en 1770, en Venecia, dentro de la publicación 
                “Europa Litteraria” con el título de “Lettera del defonto signor 
                Giuseppe Tartini alla signora Maddalena Lombardini, inserviente 
                ad una importante Lezione per i Suonatori di violino”. También ha 
                llegado hasta nuestros días, traducciones en francés, inglés y alemán. 
                
                
                Para la elaboración del presente texto, que es inédito en castellano, 
                se han escogido como fuentes las primeras traducciones en italiano 
                y francés que corresponden a los años 1770 y 1773, respectivamente. 
                Laura Magdalena Lombardini nació en Venecia en 1740 y murió en Londres 
                a principios del siglo XIX. Fue, además de violinista, cantante, 
                clavicembalista y compositora.
                Tuvo, entre otros maestros, a Tartini, que le dedicó clases “per 
                caritá” en sus frecuentes estancias en Venecia. Recordemos que, 
                por su procedencia humilde, Laura recibió enseñanzas en el “Orfanato 
                de los Mendigos” de su ciudad.
                Esposó en 1767 con el también violinista, maestro de capilla Lodovico 
                Sirmen, que nació en Ravenna 1735.
                Juntos emprendieron diversas tournés por varias ciudades europeas 
                con importante éxito.
                Tras separarse de su marido, se establece en Dresde, París y por 
                último en Londres, donde vive con su hija. Allí continuó con su 
                actividad como cantante y violinista, publicando además diversa 
                música instrumental. Algunos detalles de su vida fueron recogidos 
                en un trabajo titulado “Music and Letter”, vol. 14, fechado en el 
                año 1933 y escrito por una violinista y musicóloga inglesa llamada 
                Marion Scott. A continuación se presenta íntegra la traducción de 
                esta famosa carta pedagógica, escrita por el violinista italiano 
                Giuseppe Tartini.
                
                
                A mi estimadísima Sra Magdalena Padua, 5 de Marzo de 1760.
                Por fin, gracias a Dios, me he liberado de las ocupaciones aburridas 
                que me han impedido hasta ahora cumplir mi promesa. Ello me ha tenido 
                con el corazón en un puño y afligido por la falta de tiempo. Comienzo 
                pues, a lo que voy a exponer, y si hubiera algo que usted no entendiera, 
                escribidme para preguntarme todo lo que no pudiera entender. En 
                general, el principal fin de vuestro estudio y que debéis trabajar 
                es el arco, en él es necesario que usted sienta maestría. 
                 El primer objeto de estudio debe ser el apoyar el arco sobre la 
                 cuerda con tanta ligereza que el comienzo del sonido que usted 
                 produzca sea como un soplo y no como una sacudida: eso se consigue 
                 con ligereza en la muñeca, continuando seguidamente con el golpe 
                 de arco reforzando el sonido tanto como se quiera, porque, cuando 
                 se ha comenzado a apoyar ligeramente no hay peligro de aspereza 
                 o crudeza. Asegúrese usted de esta forma, de apoyar el arco en 
                 toda situación ligeramente en cualquier lugar del arco, ya sea 
                 en el centro o en los extremos, tanto arco arriba como arco abajo.
                 Para no fatigarse, debe comenzar estos sonidos a mitad de voz 
                 sobre una cuerda al aire, la segunda, por ejemplo, que es La. 
                 Comenzad muy dulce y haced que vuestro sonido aumente poco a poco 
                 hasta que sea muy fuerte. Haced este ejercicio tanto arco arriba 
                 como arco abajo.
                 Emplead este estudio al menos una hora por día, pero con paradas, 
                 un poco por la mañana, un poco por la tarde. Recuerde bien, este 
                 es el estudio más importante y más difícil de todos.
                 Cuando esté cansada de esto, usted deberá hacer los sonidos que 
                 comienzan muy dulce, se tornan muy fuertes y vuelven a ser dulces 
                 en el mismo golpe de arco. Después de esto usted tendrá entonces 
                 la mejor manera de apoyar el arco sobre la cuerda y podrá hacer 
                 con su arco todo lo que usted quiera.
                 Para adquirir esta ligereza de muñeca, de la que viene la velocidad 
                 del arco, será necesario tocar todos los días algunas fugas de 
                 Corelli en semicorcheas. Hay tres de estas fugas para violín solo 
                 en su quinta obra. La primera está en la primera sonata en Re.
                 Se debe tocar cada vez más rápido hasta que usted sea capaz de 
                 hacerlo con gran rapidez. Pero, es necesario advertiros dos cosas. 
                 La primera, de tocar con el arco destacado, o sea, perlar cada 
                 nota, que exista un vacío entre una nota y la otra.
                 Están escritas del siguiente modo: 
                (notas sueltas corcheas.N.T.) 
                Deben sonar como si fueran escritas:
                 (notas semicorcheas con sus silencios entre cada una de ellas. 
                 N.T.)  
                 La segunda, de tocar esto primeramente a la punta, y después, 
                 cuando usted esté segura de hacerlo bien de esta manera, comenzando 
                 desde esta parte del arco hacia la mitad. Cuando esté segura de 
                 esta nueva situación del arco, estudie entonces incluso sobre 
                 la mitad. Observando en cada uno de estos ejercicios, de comenzar 
                 las fugas tanto en arco arriba como en arco abajo. Guardaros de 
                 habituaros a comenzar siempre en arco abajo.
                 Para adquirir esta ligereza de arco, es muy bueno saltar sobre 
                 una cuerda y ejecutar las fugas en semicorcheas de esta manera:
                (notas en semicorcheas alternadas entre cuerdas Re y Mi. N.T.) 
                Usted podrá hacer así a voluntad lo que usted quiera, en todos 
                los tonos. Esto es verdaderamente útil y necesario.
                 Respecto a la mano del mango, una cosa le recomiendo de estudiar, 
                 ella sobrepasa a las demás, esta es: 
                 Coged una partitura para violín, ya sea violín primero o segundo, 
                 un concierto, una misa o un motete, todo es bueno: colocar la 
                 mano, no en el lugar ordinario, sino en una posición intermedia, 
                 es decir, con el primer dedo sobre el Sol de la primera cuerda. 
                 Teniendo la mano sobre esta posición tocad toda vuestra parte 
                 sin cambiar nunca la mano de este lugar, a menos que tengáis que 
                 tocar el La sobre la cuarta cuerda o el Re sobre la primera, pero 
                 después volved la mano a su lugar primitivo, nunca a la posición 
                 natural (primera posición-nota del traductor).
                 Ejercitad esto hasta estar segura de poder tocar así todo lo que 
                 se os presente a primera vista.
                 Después de esto pasad a la posición entera (tercera posición- 
                 nota del traductor); cambiad haciendo el La con el primer dedo 
                 sobre la primera cuerda; haced con este segundo cambio de posición 
                 absolutamente el mismo estudio que usted a hecho con el primer 
                 cambio.
                 Cuando obtenga la seguridad en ésta, pase al tercer cambio haciendo 
                 el Si sobre la primera cuerda, practicando con maestría como en 
                 las otras.
                 Después de estar asegurada, haced otro tanto con el cuarto cambio, 
                 realizándolo con el primer dedo sobre el Do de la primera cuerda. 
                 Cuando usted se familiarice con esta escala de cambios de posición 
                 usted puede decir que el mango es suyo. Este estudio es muy necesario, 
                 yo os lo recomiendo. 
                 Paso a la tercera parte, que son los trinos.
                 Es necesario hacerlos lentos, moderados y rápidos, o sea, que 
                 sean batidos primeramente con lentitud, después más rápidamente 
                 y para acabar con la rapidez más grande. Se tiene necesidad de 
                 esta variedad en la práctica, porque no es bueno creer que los 
                 mismos trinos que convienen a un trozo lento, sean propios a otro 
                 rápido. Para hacer estos dos estudios en un mismo trabajo, comenzad 
                 por una cuerda al aire, ya sea la segunda o la primera, un golpe 
                 de arco sostenido como a media voz y poco a poco, comenzando por 
                 Adagio, incrementarlo hasta el presto como se ve en el ejemplo. 
                (primero notas en corcheas, luego notas en semicorcheas, fusas, 
                semifusas. N.T.) 
                 Este ejemplo no se debe tomar con todo el rigor, comenzando 
                 por semicorcheas, luego fusas y por último semifusas, sino como 
                 si existieran notas intermedias entre cada uno de los valores.
                 Haced este ejercicio con asiduidad y con atención, primero sobre 
                 una cuerda al aire, cuando usted lo haga bien, usted podrá hacerlo 
                 entre el segundo y tercer dedo e incluso el cuarto, que demanda 
                 un ejercicio particular por ser el más pequeño de sus hermanos.
                 Esto es lo que os propongo estudiar por la presente, es demasiado 
                 si usted pone atención a ello.
                 Usted me responderá si ha comprendido todo lo que os he propuesto 
                 aquí, rogándoos enviar mis respetos a la señora Priora, a la señora 
                 Teresa, a Clara y a todos los que me admiran. 
                  Giuseppe Tartini.
                
                
                Es muy curioso como Tartini prioriza el comienzo de toda enseñanza 
                desde el dominio del arco. Conocemos su interés por ello con ejemplos 
                como su obra “El arte del arco”, en la que realiza 50 variaciones 
                sobre una Gavota de Corelli. Un buen sonido, sin asperezas, es 
                para Tartini, materia prioritaria. Según el texto, la sonoridad 
                debe comenzar “desde la nada”, o sea, que se debe parecer al ataque 
                natural de un instrumento de viento. De lo que se trata, en resumen, 
                es de adiestrar al instrumentista para que trabaje las dinámicas 
                forte y piano con gradaciones dinámicas. Estos ejercicios de notas 
                “tenidas” como se le conoce en nuestros días, anuncian la proximidad 
                al arte y estilo de Mannheim del italiano.
                Es manifiesta, en la pedagogía de Tartini, la progresividad y 
                la variedad en el estudio, cosa rara para los violinistas de su 
                época e incluso del siglo posterior. Basta echar una mirada a 
                cualquier método escrito antes del s.XX, para darnos cuenta de 
                ello.
                Tartini ya sabía que el cansancio es un factor determinante para 
                acumular tensión, la prueba la encontramos en párrafos como los 
                siguientes: “Para no fatigarse...”, “emplead este estudio...pero 
                con paradas”, “ ...cuando esté cansada de esto usted deberá... Incluso 
                recomienda, para soltar de tensión la muñeca, realizar progresivamente, 
                de lento a rápido, piezas con notas breves. Con esta indicación, 
                Tartini identifica a la muñeca como el lugar del brazo que debe 
                hacerse trabajar para mover el arco con economía de movimientos, 
                o sea, nos enseña a utilizar las articulaciones que necesitan menos 
                energía para emplearlas en los movimientos rápidos. Este aspecto 
                es de vital importancia en la técnica de violín. El objetivo es 
                dominar la muñeca y, como consecuencia de ello, el sonido con sus 
                dinámicas y las arcadas correspondientes. En ningún momento comenta 
                Tartini nada relacionado con el peso del brazo derecho y su relación 
                con el sonido. Es más, la responsabilidad del mecanismo del peso 
                del brazo y sus planos lo traslada el italiano a la muñeca. La explicación 
                se debe a que aún no estaba evolucionada esta técnica que llegó 
                en el s. XX. Hasta entonces se consideraba norma que el codo derecho 
                estuviera junto o próximo al cuerpo del violinista. 
                Sabemos que el violinista CH.Dancla hacía estudiar en el s.XIX 
                a sus alumnos con un libro debajo del brazo derecho, para que 
                no elevaran el codo. Otros contemporáneos, como el italiano B. 
                Campagnoli, anudaban un cordón que unía el codo derecho al chaleco, 
                con el mismo fin.
                Apreciaremos que Tartini comienza el estudio del mecanismo del 
                arco desde la punta hasta el talón. Sin embargo, la mayoría de 
                los golpes de arco y las arcadas sobre este lugar se desarrollarán 
                a partir del arco de Tourte (1747-1835), o sea, cuando la vara 
                se hace más pesada. En estas primeras décadas del s.XIX, los compositores 
                escriben obras con fraseos más largos y cantabiles que necesitan 
                de más sostén para el sonido. Los instrumentistas, como consecuencia 
                de ello, sienten la necesidad de producir mayor volumen sonoro 
                para llenar las cada vez mayores salas de concierto.
                Durante muchas décadas del siglo XX se produce una tendencia por 
                asumir todos los golpes de arco del barroco “a la cuerda”. Esta 
                moda alteró su curso en la última década del siglo XX, con la 
                proliferación de grupos de música antigua que interpretaban con 
                instrumentos originales. Se hicieron entonces tradicionales y 
                accesibles a la vista y al oído una serie de arcadas que salían 
                de la cuerda -por el escaso peso del arco original- y que daban 
                más vivacidad a un barroco un poco gris, que realizaba todos los 
                golpes de arco sobre la punta del mismo.
                En la interpretación, tiene mucho peso específico la tradición. 
                Pocos son los que se han salido del cómodo camino que engloba 
                toda una serie de estándares amalgamados durante años. 
                De entre los violinistas que han aportado novedades a la interpretación 
                del barroco es importante resaltar a Nigel Kennedy. 
                Sobre este violinista es interesante exponer una anécdota que lo 
                identifica como “rompemoldes”:
                Ya conocemos de él sus saltos en el escenario, sus pendientes, 
                sus estrafalarios trajes, ... y también sus creativas interpretaciones. 
                Pues bien, en un concierto realizado en una ciudad inglesa cuyo 
                equipo de fútbol rivalizaba continuamente con otro de una ciudad 
                vecina y en plena interpretación, Nigel saca del bolsillo interior 
                de su chaqueta un pañuelo grande para secarse el sudor. Al dejarlo 
                caer aposta, el pañuelo se abre. Para sorpresa y estupefacto de 
                los presentes, lo que parecía un pañuelo no era más que una bufanda 
                con los colores y el escudo del equipo de fútbol rival. Quien 
                no conozca de Nigel Kennedy más que la lograda e imaginativa versión 
                de las estaciones de Vivaldi, le recomendaría que escuchara el 
                Concierto de Beethoven. En esta interpretación, cada sonido y 
                cada silencio está pleno de música. Es todo un regalo para el 
                oído y para el alma.
                Volviendo a la carta de Tartini, observamos la recomendación de 
                trabajar por posiciones enteras, desde la primera hasta la cuarta. 
                
                Sabemos que durante el barroco no se utilizaba en demasía el cambio 
                de posición. Consistía éste en un recurso técnico que se empleaba 
                casi exclusivamente para acceder a notas distantes. O sea, que 
                no se tenían en cuenta una serie de preceptos como en la actualidad 
                en cuanto a la digitación. 
                La tesitura exclusivamente mandaba sobre la digitación, a diferencia 
                de nuestros días, donde la intención musical, el fraseo y el timbre 
                hacen elegir una u otra combinación de los dedos sobre el mango. 
                Uno de los primeros casos donde aparece una intención clara por 
                ligar la digitación a la calidad tímbrica es desarrollada por 
                el violinista F. Geminiani en su “Art of Playing on the violin” 
                (1740). Entre los interesantes temas tratados en este trabajo 
                se encuentran el cambio de timbre para la misma nota en diferentes 
                cuerdas y diferentes digitaciones para un mismo pasaje, entre 
                otras. Recordemos que Geminiani nació en Italia pero desplegó 
                toda su carrera desde Londres.
                Los franceses, por su parte, utilizaron un recurso para evitar las 
                líneas adicionales sobre el pentagrama, cuando la tesitura del violín 
                ascendía por el “cantino” o prima mediante los cambios de posición. 
                Se trataba de escribir la música en clave de Sol en primera línea, 
                para evitar así las líneas adicionales sobre el pentagrama.
                Ejemplo de lo anteriormente comentado lo encontramos en el método 
                de violín “L'école d'Orphée” de Michel Corrette publicado en París 
                en 1738.
                El último bloque en el que podemos desglosar la carta de Tartini 
                trata sobre los trinos. Según algunos pedagogos del siglo XX, 
                los violinistas que practican a menudo este recurso y lo dominan 
                con maestría, tienen asumida gran parte de la técnica de la mano 
                izquierda.
                Tartini ya intuía algo de esto en el barroco, por eso lo incluye 
                en la carta a la señora Lombardini. 
                En relación a este tema, Tartini ilustra de forma clara y concisa 
                sobre la interpretación del trino de su época, que comenzaba normalmente 
                por la nota superior y aumentaba en velocidad progresivamente. 
                
                Esta moda perduró hasta aproximadamente el último cuarto del siglo 
                XVIII. A partir del compositor Hummel (1778-1837) se desecha esta 
                interpretación antigua del trino en favor de la actual, que comienza 
                la batida partiendo de la nota principal.
                Un último detalle a tratar apunta sobre la ironía del italiano. 
                Cualidad destacable en personas inteligentes y con recursos imaginativos.
                Cuando califica al dedo meñique como “menor de sus hermanos”, 
                no hace sino poner un toque de humor, una guinda, sobre el pastel 
                que constituye esta interesante e ilustrativa carta, que ahora 
                se presenta en castellano para estudio y análisis. 
                
                
                
                
              
              
              Javier Claudio para la revista electrónica Filomúsica.